jueves, 28 de junio de 2012

Competitividad y espiritualidad

Después de ver el partido de ayer, no me resisto a la tentación de publicar un post más. ¿Seremos de nuevo los campeones? La Selección Española de fútbol nos ha dado otro alegrón. Ganen o no ganen la final de la Eurocopa, han demostrado ser un equipo de unión y no uno del montón.
En una competición, lo importante es dar lo mejor de uno mismo. En general no es posible controlar cómo lo harán los demás, pero sí la propia manera de actuar. Por ello, la preparación, la concentración y la relajación desempeñan un importante papel a la hora de sacar lo mejor de uno mismo. Una buena organización es fundamental si a ello le sumamos unas lecciones de filosofía personal sobre la competición sana. Laozi nos da un sabio consejo: "al competir con los demás, en realidad uno no está compitiendo con ellos, sino que tiene la oportunidad de competir consigo mismo". ¿Es posible hacerlo el próximo domingo, día de la gran final, mejor que ayer? ¿De cuánta capacidad dispone un ser humano para hacer su trabajo lo mejor que puede exprimiendo el propio potencial al máximo? Tanto si gana como si pierde, cada uno debe tratar a sus "oponentes" con respeto y gratitud. Mostrarse humilde en la victoria y cortés en la derrota, ayuda a mejorar las propias capacidades, permite ejercitar las más importantes cualidades humanas, con humildad y amabilidad. Ambas son mucho más útiles en la vida que un millón de trofeos en las estanterías.
En la vida, como en el deporte, la competitividad da paso a la cooperación para, posteriormente, posibilitar más competitividad y cooperación en una cadena de eslabones unidos difíciles de separar.
Una buena actitud para la vida está en aprender la forma de competir de forma eficaz sin destruir a los demás (de cooperar de forma eficaz con los otros). En ambos casos, cada quien, debe descubrir y desarrollar sus mejores cualidades. Es necesario experimentar ambas acciones para revelar las capacidades personales y actuar con el máximo rendimiento. Pero, para ello, es conveniente instruirse a través de una filosofía de la competición que nos permita ser tanto buenos perdedores como ganadores. Así mismo, es vital, una filosofía de la cooperación que nos ayude a esforzarnos para obtener objetivos comunes más ambiciosos que los objetivos personales. Cada individuo está destinado a ganar unas competiciones y perder otras. Lo relevante desde el punto de vista filosófico no es si uno gana o pierde, sino cómo se comporta cuando gana o pierde.
En un anterior post, dije que no me gustan las sociedades competitivas, pero hemos de admitir que en todas partes hallamos competitividad y cooperación como atributos normales de la existencia. Ambas fuerzas de acción conforman el comportamiento humano social. Todas las tareas en las que se desempeña el ser humano, desde que nace hasta que muere, poseen aspectos e implicaciones de competición y cooperación.
La esperanza es una fuerza que nos impulsa a vivir y nos ayuda a mantenernos seguros y confiados. Todos los seres humanos necesitamos sentir esperanza. Todos necesitamos sentir ilusión y todos requerimos promesas de alivio, de descanso y de curación, principalmente ahora, en la era actual, de las altas tecnologías, en la era de los virus y pandemias, en la era de las guerras absurdas y retrógradas hasta el infinito. Unas veces estas opciones de ayuda, amor y esperanza provienen de nuestros seres queridos, otras de compasivos expertos en el tratamiento del dolor que nos aqueja, otras de profetas que dicen estar en línea directa con un dios y a los que la muchedumbre sigue con una especie de fanatismo que solo ellos entienden. 
A veces, la esperanza procede de la esfera espiritual, pero de una espiritualidad muy distinta a la que pregonan las diversas religiones del mundo, Hablo de una espiritualidad no convencional, una espiritualidad meditativa, reflexiva, intelectual, que conecta con nuestro mundo interior propio. La esperanza, para mi, se asienta en esa espiritualidad íntimamente ligada a la belleza observada a través de una obra de arte, de una obra humanitaria, de una obra altruista.
Sin duda, hay una espiritualidad que se conecta con el arte, con la humanidad, con el altruismo y que nos ayuda y alivia en nuestros sufrimientos y vacíos más profundos. El arte, la ayuda humanitaria, y la meditación sanan. El arte vivido con pasión es la felicidad misma en mayúsculas. A través de la pintura, o de cualquier otra forma de arte o actividad humanitaria y altruista, te olvidas de todo tipo de problemas, para vivir dentro de en un mundo plenamente dichoso, de una abrumadora felicidad.
La inseguridad y la fragilidad humanas son constantes en las etapas vitales que atravesamos en nuestro día a día. El arte y cualquier actividad de tipo humanitario, te aporta buenas dosis de esa seguridad perdida, te da fortaleza para seguir adelante y, en mi caso, no encuentro mejor bálsamo para el alma.
"La solución es fijarnos metas que den significado a nuestra existencia, esto es, dedicarnos desinteresadamente a personas, grupos o causas. Sumergirnos en el trabajo deportivo, social, político, intelectual o artístico, y anhelar trabajos que nos impidan cerrarnos en nosotros mismos. Apreciar a los demás a través del amor, de la amistad, de la compasión; y vivir una vida de entrega y de proyectos con fines solidarios, de forma que podamos mantenernos activos en un camino con significado, incluso cuando las ilusiones hayan desaparecido".- Simone de Beauvoir.

Cuando nuestra cultura va en contra de nuestra propia naturaleza se produce un enorme malestar. Muchos filósofos han reconocido este problema y han intentado resolverlo retirándose a pequeñas comunas en entornos naturales. Los sabios ermitaños hindúes que se retiraban a los bosques de la India para meditar, los epicúreos griegos, los trascendentalistas de Nueva Inglaterra y los muchos hippies de los años sesenta descubrieron una gran paz, amor y cooperación viviendo en pequeños grupos rurales. 
Así también nuestra selección se fútbol (algunas comparaciones son odiosas), se concentra en su hotel, en forma de pequeño grupo social cooperativo, buscando la simplicidad en el juego que le lleve a ganar, cultivando los aspectos más elevados de la vida, como la amistad y el compañerismo, buscando un objetivo común: ser los campeones haciendo un sueño realidad.

Nota: La personalidad es el conjunto de rasgos psicológicos que componen y distinguen nuestro carácter o manera de ser. La manifestamos en nuestra manera habitual de sentir y de pensar, en nuestros gustos y preferencias, en nuestras aversiones y antipatías. También la revelamos en nuestras defensas psicológicas, aspiraciones, actitudes y comportamientos.
El desarrollo de la personalidad es posible gracias  a la gran plasticidad o capacidad para transformarse que tiene el cerebro humano, que a fin de cuentas es donde se cuecen nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestra forma de ver la vida.
"La mente más sabia siempre tiene algo que aprender".- Jorge Santayana.

Fuentes literales o que me han servido de inspiración: Pregúntale a Platón, de Lou Marinoff y Nuestra incierta vida normal, de Luis Rojas Marcos. Dos libros que leí hace más de diez años buscando una respuesta al vacío de las sociedades actuales y en los que encontré algunas ideas interesantes.