Distingo dos elementos en "el juego": uno didáctico y otro estético. Durante el fin de semana me he estando haciendo innumerables especulaciones sobre un juego y otro, tan inútiles para algunos por cierto, como interminables y maravillosos para mí. Especulaciones propias como: “nada es verdad; todo está permitido”.
Todos somos actores y actrices del teatro del mundo.
Me resulta imposible actuar de modo racional a como actúa el común de los mortales. En ocasiones, me siento presa del mismo conflicto de la razón. Por un lado, lo defiendo; por otro, lo relativizo. Como escribió Cortázar en Rayuela: “Hay que abrir puertas y ventanas al espíritu".
Estamos eternamente aislados en nuestra pequeña burbuja del tiempo, o eso parece. La soledad produce cierto desconcierto, y si no das un perfil claro de ti, o la gente no tiene un perfil nítido de tu persona, tarde o temprano te abandonarán, te verás a un lado, e incluso, puedes verte “perseguida inquisitorialmente". La gente no se atreve a expresarse por miedo a quedar excluido de la tribu. El guión a seguir por la mayoría sería algo parecido a esto: sé normal como todo el mundo; no seas anormal o diferente.
El arte fastidia en algún momento incluso a los mejores dotados para ello, pero una vez pasada la apatía o la sequía creativa, se debe continuar contra viento y marea, y no desistir en el empeño. Nunca rendirse. "Aunque tu arte sea un desperdicio, no te avergüences de ello, pues a todo, incluso a lo más pésimo, se le puede sacar las posibilidades más excelsas". Técnicas para escribir o pintar al óleo habrá muchas sin lugar a dudas, tantas como escuelas o movimientos, pero la mejor técnica de todas, es no tener técnica. Esa es la suprema técnica. Escribir sin pensar, intentando no dejar rastro de cómo fue ese proceso de creación, o como diría el poeta, dejando el corazón al desnudo. Alguien escribió: "la literatura y las artes nos otorgan la magnificencia de ser libres".
Nota: Y, ahora, viene la despedida, como si se me hubiese agotado mi inusual inspiración. En todo lo que leo y contemplo encuentro belleza y esa fuente inagotable de vida es mi salvación.
Una parte de este post es de fuente textual; otra, de inspiración. Libro: El Mago, de John Fowles.