sábado, 23 de junio de 2012

Transformación de la conciencia humana

Yo no exijo a ninguna persona que sea de tal o cual modo. ¿Cómo poder comunicarnos con mayor claridad? "Yo soy yo, y mi circunstancia", decía con razón Ortega y Gasset. 
Si queréis vivir de forma plena hay que acostumbrar al espíritu a percibir todo lo que hay de positivo en la vida en lugar de concederle tanta importancia a los problemas. No debemos hundirnos en el pesimismo y el catastrofismo. ¿Qué es el bienestar? Levantarse por las mañanas y hacer la vida agradable a los demás y agradable para con nosotros mismos, también. Todos necesitamos nuestros espacios de libertad y desarrollo personal propios.
No soy partidaria de las sociedades competitivas. Hay que fortalecer un nuevo tipo de conciencia, evitando el egoísmo y la competición, iniciando un camino de observación y autoexploración de ciertos pensamientos y sentimientos que operan conjuntamente, procurando establecer vínculos que tengan propósitos nobles y saludables.
A menudo me cuestiono la validez de mis propios pensamientos. Hay que desapegarse de los pensamientos propios para no estar escuchándolos todo el día. Hay que tomar conciencia de que cuando experimentamos la vida directamente e ignoramos los pensamientos que nos llegan a raudales, nos abrimos a una nueva forma de ser. Como decía Eckhart Tolle en El poder de ahora: "El paso más vital en el camino hacia la iluminación es éste: aprende a des-identificarte de tu mente".
Todos hemos usado frases como: "Vamos a pensar en ello", "piensa antes de hablar", "tenemos que pensarlo un poco más"... El acto de pensar está muy valorado en nuestra sociedad. A pesar de ello, la mayoría de nosotros pensamos sin prestar mucha atención al propio proceso de pensamiento. "En todas las épocas hay personas que no piensan como los demás. es decir, que no piensan como los que no piensa".- Marguerite Yourcenar.
¿Qué tipo de democracia estamos viviendo? "La democracia que vivimos ha conseguido (para bien sólo de los que gobiernan, que no para el ciudadano) que todos pensemos igual cual rebaño de ovejas, igual que borregos. Algunos escritores perspicaces, como el popular periodista norteamericano Lippmann, observan que "donde todos piensan igual, nadie piensa mucho", ese es el tipo de democracia que nos quieren imponer a la fuerza.
Los estudios dicen que nos encontramos ante una profunda crisis de valores en nuestro mundo actual, que no sólo afecta a las sociedades desarrolladas como la nuestra, sino que va más allá, afectando a países de todo el mundo, lejanos y cercanos, cultural y socialmente hablando. Tenemos necesidad de nuevos valores, quizá valores antiguos que hoy día están olvidados. Nuestro esfuerzo está en adquirir nuevos valores que nos muevan a hacer lo que ahora nos impiden realizar. Como dijo el filósofo alemán Heiddeger, vamos por "sendas perdidas".
    Los avances científicos técnicos son muchos; y nos envuelven con una avalancha de novedades. Ayer fue la locomotora, y luego el automóvil, el aeroplano, los grandes aviones, el AVE; o el cine, el teléfono, el móvil, la radio, la televisión, el ordenador, el robot, los móviles, tablet, Internet... ¿No estará pasando lo que el filósofo francés Bergson dijo en 1932; que "la humanidad gime aplastada bajo el peso de los progresos que ha hecho"?.
    La nueva física ha traído el descubrimiento de la energía atómica, y con ella poder usar una nueva energía útil: pero también ha traído la nueva posibilidad destructiva de la bomba atómica y sus derivados. Fijémonos ahora, en la revolución más importante de la modernidad, la revolución genética, que pronostica ya resultados que nos resultan como de ciencia ficción. O el auge de las filosofías orientalistas, los esoterismos, las sectas, los fenómenos paranormales o la superstición, que resurgen como ave fénix, sustituyendo a las religiones tradicionales de Occidente, cuyos seguidores disminuyen.
Con el progreso de las sociedades modernas, nos olvidamos de las injusticias que padecen el empobrecido Tercer Mundo; de los males de la contaminación, que acaban por la disminución de la capa de ozono, provocando el llamado "efecto invernadero"; de las plagas que invaden a millones de seres humanos, como el SIDA. Quizás, no muy lejos en el tiempo, nos invadan nuevos virus y pandemias desconocidos por los humanos que nos harán temblar a todos y poner al mundo patas arriba.
     Pero, tal vez, el aldabonazo más duro en estos tiempos, lo ha dado el terrorismo (fanatismo), y las consecuencias de éste usando los medios técnicos descubiertos hasta ahora, que pueden hundir el avance occidental, como hace temer con lo ocurrido con la destrucción, por fanáticos islamistas usando aviones suicidas, de las dos emblemáticas torres del World Trade Center de Nueva York.
    Creen algunos ingenuamente, que la evasión hacia el espíritu y el desprecio de todo lo material, cambiaría la visión de muchas sociedades desarrolladas. La materia, lo material, no es algo malo, a pesar del uso o desuso y olvido que podamos darle de utilidad: compras materiales innecesarias.  El uso de la materia bien llevado nos ha proporcionado hallazgos que bien utilizados tienen miles de aplicaciones valiosas antes inauditas para la ciencia, la medicina y otras disciplinas altamente tecnológicas, que han aportado al progreso unos avances hasta ahora desconocidos, y que bien podría, si lo encaminamos bien, aumentar nuestra felicidad. Debemos buscar entre todos el camino inteligente, en el que sepamos eficazmente cómo proceder. Y hacer así que los grandes hallazgos e inventos que nos brinda la ciencia actual sean verdaderamente útiles para vivir y convivir felizmente. No caigamos en la tentación de sucumbir a ese falso "Mundo Feliz", que describió el escritor Aldous Huxley, el cual vio con claridad que nos envolvía la invasión de la técnica, y mal nos iba a ir si en ella no poníamos remedio a la falta de dirección inteligente y humana.
    ¿Cuál es el camino hacia la felicidad? "Cada uno es artífice de su ventura", dijo Abraham Lincoln: "casi todas las personas son tan felices como se deciden a serlo" "La felicidad _ se ha dicho_ es algo que llevamos dentro, sin darnos cuenta de ello". "La felicidad y la desgracia suelen depender más de lo que somos, que de lo que nos ocurre" “No se trata de añorar lo que no tenemos, sino de disfrutar lo que tenemos a mano, sin dejarlo pasar”. Como afirmaba el crítico Voltaire: "no es nuestra condición la que nos hace felices, sino sólo el temple de nuestra alma lo consigue". Hemos de aprender a apreciar lo sencillo de la vida, tal como afirmaba el perseguido Oscar Wilde, al que todos le volvieron la cara. Aconsejaba: "con la libertad, con las flores, con los libros y la luna, ¿Quién no sería perfectamente feliz?" O como había observado, el gran psicólogo de la vida, Dostoievski: "no comprendo _dijo_ cómo se puede pasar ante un árbol sin sentirse feliz; hablar con otra persona, y no ser feliz al apreciar sus valores; ¡cuántas cosas bellas ocurren a cada paso!; mirad al niño, contemplad sus ojos que os miran y admiran". El pintor estadounidense contemporáneo Pollock aprendió que "la felicidad es una estación de parada, entre lo poco y lo demasiado". Felicidad y libertad van unidas de la mano. El poeta Schiller, se dio cuenta de que "la libertad sólo se alcanza por la belleza". "Lo que salvará al mundo es la belleza", repetía Dostoievski en pleno ambiente de la revolución en Rusia. Hemos de concluir entonces que hasta la ética debe ser una estética; si no, la hacemos inoperante por triste y poco humana. El filósofo Sartre confesaba que "si el hombre se entiende como libre, y sabe utilizar su libertad, su actividad se convierte en un juego"
    Hay que aprender a reír _no tomar la vida tan en serio_ para encontrarse bien con nosotros mismos, en esta era de la ansiedad y la depresión". Charles Chaplin dijo "el humor es el dolor que ríe"... El psicólogo Allport mantiene una gran verdad, comprobada en su experiencia: que "el neurótico que aprende a reírse de sí mismo puede estar en el comienzo de gobernarse a sí mismo, y tal vez de curarse". No nos olvidemos de que todos somos un poco neuróticos, puesto que la vida tan agitada que llevamos descompone nuestra emotividad, y nos llena de preocupaciones y obsesiones innecesarias. Hemos de saber utilizar inteligentemente nuestra realidad, y hacer lo mismo con aquellos que nos rodean, sin pretender un cambio imposible. Cada uno es como es, y hemos de admitirlo. Tenemos que saber usarnos a nosotros mismos sin forzar lo que somos, utilizando nuestras posibilidades sin querer eliminarlas o cambiarlas por otras. Las pasiones propias, nuestras energías psíquicas son buenas, y no tenemos que intentar suprimirlas, sino darles un cauce positivo, orientarlas adecuadamente y aprender a saber ayudándonos de ellas.

Nota:. De modo que me siento feliz por publicar finalmente este post, sacado de la imaginación y genialidad de grandes pensadores, aunque, como ellos, haya necesitado mi tiempo para llegar a ser.

Fuentes textuales o de inspiración: Recupera tu poder, de Faye Mandell, doctora en psicología terapéutica por la Universidad de Boston. ¿Qué nos falta para ser felices?, de Enrique Miret Magdalena; químico, escritor, periodista y profesor de Ética.