viernes, 16 de septiembre de 2022

Años sesenta

Los martes y viernes se nota más movimiento de gente por la calle. No sé por qué.

Hecho este brevísimo preámbulo, vayamos a otras cosas. “Hay genios sin estudios e idiotas con doctorado", desconozco el autor de la célebre frase pero aplaudo el acierto que tuvo al pensarla. Muestras de ello, las encontramos, por ejemplo, en lo que se denominó <<Nouvelle cuisine>>, cuyas creaciones resultaban verdaderas obras de arte. 

Foto: misanplas

En realidad, ningún genio que se precie de serlo, puede ir de la mano de reglas o normas de academia. Si así fuera, nunca llegaría a ese nivel superior de creación al alcance solo de unos pocos elegidos.

Y hablando de arte, hay un arte (el 7º), que estos días va a dar mucho que hablar. Un clásico que celebra su 70 edición. 

Imagen Google 

Más que las películas en sí, a la gente le entusiasma ver a las estrellas de cine, saludarlas, pedirles un garabato, hacerse unas fotos, y tan felices todos, público y estrellas. En un festival de cine, el jurado, como no, tiene un papel importante, a pesar de que el veredicto final pueda pasar sin pena ni gloria a los ojos del público asistente. No importa quien gane o pierda, el único objetivo de ser espectador y sentarte en una butaca delante de una pantalla gigante, es ver buen cine. ¿Se hace buen cine en la actualidad? Yo dejé de ver cine allá en la década de los 90 del siglo pasado. De aquel tiempo a esta parte, habré visto una o dos películas completas, no más, y a pesar de ello, me costó llegar hasta los títulos del final. A día de hoy, me interesa más ver algún documental o una buena serie por capítulos, cuya duración en el tiempo es menor que un largometraje al uso.

Y hablando de cine, recupero otra de las noticias de estos últimos días, como ha sido la muerte del cineasta Jean-Luc Godart a los 91 años de edad. Para Godart el cine no era arte, sino un misterio. Antes de rodar su primeras películas, fue crítico de cine ("cahiers du cinéma"), por lo que su sabiduría sobre la materia era absoluta. Icono de la Nouvelle vague, revolucionó la forma de hacer cine. Su genialidad no fue siempre bien comprendida. Sus películas, excepto la primera, eran difíciles de entender. Algo así, como “El Ulises" de Joyce. No soy experta en cine, aunque como cualquier otro arte, se puede ir conociendo sus particularidades si te pica un poquito la curiosidad por saber algo más. Es por ello, que me he puesto a investigar un ratito sobre Godart y sus obras maestras. Su carrera está repleta de títulos, que abarcan desde documentales, a guiones de TV y largometrajes. Como todos los genios no hacía películas para el gran público, sino sólo y exclusivamente para verdaderos amantes del séptimo arte. 

En cuanto a su carácter irascible, su ideología marcadamente de izquierdas, su altanería y, otras cosas por el estilo, que entran dentro del terreno personal del genial director, por ahí no entro. A las preguntas, que se le hacían en cualquier entrevista, Godart solía responder con una boutade: "Pero, seguramente, monsieur Godart, usted admitirá por lo menos que es necesario que las películas tengan un inicio, nudo y desenlace". "Desde luego", respondió Godart, "pero no necesariamente en ese orden" (extracto dejado en las redes por un tuitero y recogido por mí de un artículo del El País).

Para saber más de Godart, de su forma de hacer cine y de su gran obra maestra, su primera película "Al final de la escapada", recomiendo un vídeo de youtube  del director de cine Luis Aller que no tiene desperdicio y que resume muy bien la forma de trabajar del genio francés del séptimo arte (dejo un pantallazo por si a alguien le interesa).


Final: si algunos cineastas tienen mala prensa, a pesar de su indudable genialidad, imaginad lo que pueden decir de un escritor o cualquier persona creativa. Creo que los que se dedican a este oficio de imaginar lo inimaginable se llevan la palma en cuanto a críticas por metro cuadro lanzadas contra ellos y sus obras. Tener el don de saber con qué críticas quedarse y hacer oídos sordos de lo que no merece la pena prestar ni un poquito de atención es su mayor acierto.