domingo, 18 de septiembre de 2022

Mi público diario

Domingo, 7:07h.

_¿Vas a escribir también en domingo?

_Sí, incluso en domingo, voy a escribir. ¿Sabéis por qué? Porque escribir es vivir y mucho más.

Para algunos la vida en domingo puede pasar por salir a la naturaleza y recorrer 10 km por senderos sinuosos llenos de pequeños obstáculos que se deben sortear con maestría, o hacer piragüismo esquivando fascinantes remolinos de agua salvaje, o ver un montón de películas o series de TV en pijama, o visitar museos de arte, o ir a la Parroquia del barrio y saludar a los vecinos y conocidos, o sentarte en un café a desayunar o a tomar una cerveza, etc... Para otros, aún en domingo, la vida, principalmente, entre otras cosas, es escribir. Como el adicto a cualquier sustancia sin la que no puede pasar a diario, lo mismo pasa a quien gusta de este oficio tan antiguo.

Desde hace ya algún tiempo, me siento mayor para algunas de las actividades dominicales propuesta en el párrafo de arriba. No, no soy tan temeraria. Ahora que lo pienso, a lo mejor, no es una cuestión de edad o de temeridad, sino más bien de comodidad o de simplicidad. A lo máximo que llego es a dar largos paseos entre olivos y comer un arroz de campo (al aire libre, bajo la sombra de los árboles, cuando hace buen tiempo). Ahora estoy en un interludio. Pasado el verano, quedo a la espera de la entrada oficial del otoño-invierno para volver a disfrutar de los domingos en el campo. 

Ni aún estando en la mejor de las compañías, se me pasa el gusanillo de escribir, aunque solo sea un escueto y breve texto. Escribir es como cuando te enamoras apasionadamente de alguien o de algo, es una droga. Al principio es una ilusión desmesurada llena de romanticismo (como un cuento de hadas), luego todo se vuelve más calmado y es el período donde se producen numerosos altibajos o desencuentros (proceso de conocimiento y adaptación), hasta que, por fin, pasa a ser una pasión verdadera, mucho más dulce, estable y madura, que solo alcanzan a ver aquellos que han podido atravesar todas las etapas anteriores (de prueba) con éxito. Es entonces, cuando, definitivamente, no puedes vivir sin escribir. Es entonces, cuando acontece eso que algunos llaman una felicidad real. Alguien dijo que en lugar de felicidad (utopía), deberíamos llamarlo, momentos de alegría. Ambas palabras, me parecen acertadas.

Nota: “No encuentro otra manera de vivir tan apasionante como la de un escritor. Disfruto enormemente, me lo paso muy bien por eso no dejo de hacerlo. Escribir es muy difícil, pero para mí esa dificultad es placentera. Conozco a varios colegas que reconocen sufrir mucho mientras escriben, y siempre les digo lo mismo: que dejen de hacerlo. No se puede escribir desde el tormento sino desde la felicidad y el goce. Es mi manera de entender la profesión".- Amélie Nothomb.