lunes, 12 de septiembre de 2022

Pompa y prensa!

La noche está al caer. Hora de escribir algunas impresiones que seguramente a muy pocos o a nadie interesen.

Voy a asomarme un momentito al mundo a ver qué se cuece en escena.

Antes de nada, hacer una pequeña reseña a la triste noticia de ayer-tarde como fue la inesperada muerte del escritor Javier Marías; (“Callar y hablar son dos formas de intervenir en el futuro") Eterno aspirante al Nobel, según rezan todos los diarios, al igual que Murakami (Antes creía que me haría mayor poco a poco, año tras año (...). Pero no. Uno se hace adulto de golpe y porrazo"). Ninguno de estos dos escritores son de mi absoluta predilección, aunque es evidente que talento tienen ambos a raudales. Javier Marías, un hombre de carácter fuerte y muy temperamental capaz de mandarte a paseo si era menester; un autor consagrado al que tildan de frío, altivo y distante. Sea como sea, aquí no interesa el hombre como tal, sino el autor y su prolífica obra. Caso parecido, en cuanto a carácter se refiere, fue el de D. Camilo José Cela (“La inspiración es trabajar una buena porción de horas"), aunque a este último si le dieron el Nobel, desde mi punto de vista, bien merecido. Mejor no entrar muy a fondo en ésto de los grandes premios académicos no sea que salgamos de aquí como títere sin cabeza.

De Javier Marías, he leído varios libros y, la verdad, no recuerdo ahora mismo muy bien lo que leí en ellos. O es un problema mío personal de memoria o, sus obras, lamentándolo mucho, no me marcaron tan profundamente como lo han hecho otros libros de otros autores. Por ejemplo, Thomas Mann, (“Una gran verdad es aquella cuyo opuesto también lo es"), Hanif Kureishi, (Ninguna edad está al margen de los sentimientos intensos"), Julián Barnes (“Algunos llegamos a un punto en la vida en que comprendemos que nada tiene importancia"), Stefan Zweig (“Nada es más terrible que la soledad entre la gente") También debe ser defecto mío mi tendencia a leer a autores extranjeros antes que a los de mi tierra o país. Una vez más hago aparecer en este post eso de: <<Nadie es profeta en su tierra>>, con la única excepción de D. Miguel de Cervantes Saavedra (“Sé breve en tus razonamientos, que ninguno es gustoso si es largo") y, de las grandes damas literarias españolas, a las que sí antepongo a otras muchas extranjeras, y por las que saco bandera: Ana M. Matute (“Escribir es siempre protestar, aunque sea de uno mismo"), Carmen Laforet (“Estás en medio de la gente, callada, encogida, con aire de querer escapar a cada instante"), Rosa Montero (“Desconfía de aquellos que poseen más respuestas que preguntas"), o Mercedes Salisachs (“La imaginación es el ojo del alma"), grandísima escritora, que por pertenecer a cierta clase social ha sido injustamente tratada y valorada por la crítica; si bien, otros muchos la adoraron, entre ellos, yo misma. 

Dicho lo cual, no por ello, dejaré pasar y transmitir mis condolencias a los allegados, admiradores y seguidores lectores más acérrimos de Javier Marías. Quizás si vuelvo dentro de unos años a este autor, halle otra manera de ver su literatura o de leerle (muchas veces el problema no está en la obra del autor, sino en la lectura del lector), pero de momento, para mí, “comme ci, comme ça".

Sigo pasando páginas y veo que la muerte de este insigne escritor no encumbra ni en lo más mínimo la otra gran noticia de estos días: Inglaterra llora la muerte de Her Majesty Queen Elizabeth II. Pero claro, ¿como comparar la muerte de un escritor con la de una Reina? Y es que no hay ni punto de comparación. En este país mío, aparte de no ser casi nada noticia para nadie, lo que si es alguna vez, apenas lo es durante unos minutos, para después olvidarnos de ello y a otra cosa mariposa. 

Isabel II de Inglaterra ha pasado a la historia haciendo historia. Ha batido todos los récords. Su hijo mayor que le ha sucedido en el trono como Carlos III de Inglaterra (God save the King!), no tendrá tiempo para tanto, aunque si conserva la longevidad de su amada madre, aún podemos ver a un gran Rey, quizás el mejor que vaya a tener Inglaterra en muchos años. Un príncipe que se ha estado preparando para este momento toda la vida: experiencia tiene desde la cuna y a sus más de 70 años, poco le puede sorprender ya a este nuevo viejo rey, cuyo estilo y elegancia inglesa de los pies a la cabeza, no se encuentra en los royals de otros países europeos. Por eso, la monarquía británica es de otra galaxia.

Y como la monarquía inglesa es única, así también lo son todos los factos que continúan y continuarán durante muchos días más, dando pompa y solemnidad gloriosa a un evento de incalculable valor mediático mundial.

Nota: ¿Monarquía o República? Detractores y partidarios de lo uno y de lo otro los hay y habrá siempre, en todas las épocas, siglos y ocasiones que se presenten. <<Je pense que je me sentirais plus libre en France>>