martes, 6 de septiembre de 2022

Tocar madera

A veces, una actitud puede provocar que una persona tenga una caída o un tropezón. “Quien para otra persona cava una zanja, en ella cae”, Dostoiesvki. Una vez metidos en la zanja, si alguna vez se da el caso, hay que salir de ella como sea , agradeciendo la caída. El agradecimiento, aún en las circunstancias más inauditas, es una actitud que te aportará grandes bienes y beneficios. ¿Por qué se producen las cosas tal como se producen y no de otra forma? Supongo que esta pregunta se la harán miles de personas a diario. “En realidad, la gente necesita tocar fondo para cambiar", de nuevo Dostoiesvki, y esto, al contrario de lo que pueda parecerle a muchos, no es para nada una cosa negativa, más bien, al contrario. Todos necesitamos en algún momento que nos den un empujoncito. ¡Cuánta gente quejándose del trabajo, de lo mierda que es la vida en general, y sin embargo, no hacen nada por cambiar...! Hay otra opción distinta a la de dar el empujoncito del que he hablado antes y que consiste en una actitud mucho más valiosa (no hay que dar empujones ni presionar ni a la vida ni a nadie) como es el apoyo y la confianza ciega que alguien pueda depositar en ti. 

Cuando tu mundo parece que se va a romper en pedazos, sin saber cómo los vas a poder unir, surge la duda de, ¿y qué es lo que puede pasar después? ¿Una resurrección a una nueva vida? ¿Un nuevo resurgir como ave fénix? 

Habrá que recurrir una vez más, a la filosofía oriental, para hacer uso de su sabiduría y pegar esos trozos rotos con hilo de oro: el kintsugi. Una técnica de arte con mucha historia, que es una preciosidad. Os dejo un enlace muy interesante sobre la misma. Echad un vistazo y mirad el resultado final. ¡Es sorprendente! https://mymodernmet.com/es/kintsugi-kintsukuroi/

Sin ir más lejos, hoy en mi casa, estamos de reparación de un techo falso de escayola del que se ha caído un trozo enorme haciéndose añicos en el suelo. En este caso, no lo vamos a unir con hilo de oro utilizando la técnica del kintsugi, si no que vamos a restaurar el antiguo techo que estaba oculto, y que ahora ha salido a la luz, con vigas de madera y arcos en bóveda, que es una verdadera maravilla. Lo que viene a confirmar la teoría de que lo que se rompe, se puede reparar y transformar en algo infinitamente más bello que lo que había antes.

Cada persona tiene su ritmo. Hay escritores noveles que publican su primer libro a los veinte y pocos, y otros, que lo hacen pasados los cincuenta. Me quedo con éstos últimos y su experiencia como escritores, que lo vienen siendo desde siempre, aunque guardando silencio de ello, hasta que han intuido el momento ideal para dar a conocer su obra al público. Una sola obra buena, vale más que cien poco logradas.

Tengo mensaje en mi móvil. Lo abro y escucho: ¡Buenísima noticia que no por esperada es menos ilusionante. No me cabe otra que dar gracias a la vida, porque a pesar de los sinsabores que a veces soportamos con estoicismo, alguna vez que otra, surge un alegrón que te da mucha paz y tranquilidad para meses. Hoy tengo un día bendecido. Esperemos que siga la racha. En realidad, no hay rachas de buena suerte; la buena suerte como tal no existe, te la tienes que ganar a pulso, a base de trabajo bien hecho.

Nota: Es verdad, que no siempre un trabajo bien hecho, es bien valorado. Normalmente, quien no lo valora es quien no lo entiende. Por lo tanto, es un problema de entendimiento y no de valor. Pongo un ejemplo muy sencillo y, que a mi en este caso, me viene como anillo al dedo: "quien no entiende de arte no puede valorar una obra de tal o cual característica, y aún así, toca madera".