martes, 13 de septiembre de 2022

Una mañana de lluvia

El verano tiene las horas contadas. Una borrasca se acerca a la península y nos va a regar con abundante agua, o eso es lo que nos dicen y cuentan desde hace días. Ahora mismo, a esta hora de la mañana (no miro el reloj) una vehemente tormenta descarga con inusitada fuerza. Por las calles corren ríos de agua, dejándolas limpias de polución y suciedad, originando un ambiente más fresco que el de días pasados, aunque con el calor acumulado del verano, un verano ya sabemos muy atípico, todavía tardaremos en echar mano de algo de ropa de más abrigo.


Llueve, y a pesar de la lluvia, muchos viandantes se niegan a abrir el paraguas, no vaya a ser que la lluvia se espante. Supersticiones de los lugareños que hoy sí disfrutan caminando bajo la lluvia con un rostro distinto de esperanza. La lluvia hay que vivirla, deja que te moje, desecha tu paraguas y disfruta de esas pequeñas joyas diamantinas que caen perpendicularmente del cielo. 

Los campos por fin se riegan; los frutos, con el paso de unos días, aumentarán su tamaño y madurarán para lucir lustrosos en sus ramas hasta que llegue el tiempo óptimo de la recogida. Los colores se intensifican; los verdes de las hojas serán aún más verdes; las flores se doblan hacia abajo haciendo una reverencia al cielo, para después elevarse bellas y espléndidas, desplegando sus múltiples aromas con mucha más intensidad; los animales que se cobijan en sus madrigueras, nidos o cuevas, quedan a la espera de un clareado que los haga salir de sus escondites a beber las gotas que se posan y brillan sobre las piedras y en las ramas de los árboles que se ablandan igual que el pan duro cuando se pone en remojo. Las aves enmudecen reteniendo sus cánticos para cuando salga el sol. Antes de su primer vuelo, batirán sus alas con rapidez para secar sus preciosas plumas enjabonadas de lluvia.

En realidad, la lluvia caída en la mañana no ha sido para tanto (de nuevo me he debido dejar llevar de mis ensueños); solo un fuerte aguacero de unos quince minutos y, otra vez, cielo casi despejado, con nubes y sol. De momento, debemos aguardar pacientes (¡siempre esperando!) a que se tapone otra vez el cielo y se vista de gris, para escuchar esos sonoros truenos que aúllan en el horizonte y que nos anuncian de nuevo el regalo divino de Dios; un Dios benevolente que nos levanta momentáneamente el castigo por no saber cuidar el Planeta que Él nos legó. Si el Creador del Mundo no fue Dios, ¿entonces quién fue? ¿El Big Bang? ¿Una gran explosión surgida de la nada? Como todo es un misterio, dejemos que la lluvia también lo sea y haga acto de presencia en cualquier otro momento o momentos del día. Así nos llevamos una pequeña alegría, que nunca viene mal. 

Suave como la lluvia, mi alma me trae recuerdos del ayer y sintonizo una canción. Con música del ayer y letras del pasado escuchadas en el presente, os dejo con vuestras sensaciones de este día que cada cual habrá vivido a su manera, porque no todos vemos los colores del reflejo de la lluvia en el cielo de la misma forma.

Final: "La gente ha vivido con lluvia y con nieve durante milenios y los científicos han estudiado el clima por más de un siglo. Usted, podría pensar que, después de transcurrido todo este tiempo, deberíamos conocer bien todo lo relacionado con las precipitaciones atmosféricas. Pero se equivocaría".- Ciencia. NASA.-