sábado, 12 de mayo de 2012

Lo innato y lo adquirido

Para algunos todo esto puede parecer una payasada. Si embargo, yo no lo veo así. Estar en desacuerdo es perfectamente legítimo. Ya os digo, que para mí, todo es comprensible.
No sé si los escritores tienen conciencia de su misión, si escriben para un mundo actual o para un mundo futuro, imaginado o real, si sirven a la cultura de su tiempo, o por el contrario, les interesa más la cultura del pasado. Sin duda, el ser humano tiene que progresar, dar movimiento con sus obras a un arte revolucionario, que remueva conciencias, o simplemente, plasmar gotas de inmensa belleza con el simple fin de contemplarla, disfrutarla. Pero la obra nunca se termina, porque cuando lo hace, te queda una sensación de derrota.
¿Los seres creativos son todos subversivos? En mi opinión, no. ¿Acaso queda algo por subvertir?. Mi filosofía es muy sencilla: la literatura y el arte sirven para mejorar y embellecer el mundo. El error está en imitar. Creatividad es todo lo que sea original.
¡Cuántos grandes talentos se han visto frustrados a causa de la censura! Mal rollo lo de la censura. Yo no me considero ningún talento, porque sencillamente no lo tengo. Me incluyo dentro de lo raro. Soy una persona que duda constantemente. Quizá no tenga ninguna confianza en mí misma, o solo una confianza muy escasa. Soy de las que puede corregir un texto hasta veinte veces. Sólo os pido un poco más de tiempo, para que pueda alcanzar una mayor sabiduría personal. Los intelectuales están en decadencia. Más que intelectualidad, cierta frivolidad, es lo que encierran mis palabras. No hay que evolucionar demasiado deprisa. Hay que dar tiempo al tiempo. El flujo del tiempo puede hacer que una mente entre en éxtasis de ideas creativas. La literatura contiene, por fuerza, un elemento mágico. ¿El escritor proyecta sueños o realidades? Es una pregunta que hace pensar.
 
Nota: Una vez más, la ambivalencia, es decir, literatura.